martes, 6 de noviembre de 2012

17 de noviembre Día Internacional contra las Grandes Superficies

Las Grandes Cadenas de Distribución en Nuestra Vida Cotidiana
Un simple acto rutinario como esperar el transporte público en una ciudad, puede permitirnos comprobar, si observamos con una visión crítica, hasta qué punto se han transformado elementos culturales por la presencia de las grandes cadenas de supermercados y grandes superficies de venta. Así, cuando transitamos por los barrios y calles de nuestra ciudad en autobús, podemos apreciar como sus rutas señalan si pasan frente a un almacén de la cadena Carrefour, Wal-Mart, Mercadona o Éxito, por ejemplo.

Otro elemento interesante tiene que ver con las transformaciones en el lenguaje y los significados dados a las palabras. Es habitual referirnos al dueño del pequeño negocio -tendero, tienda de ultramarinos, minimercado, etc.- con la expresión “vecino”, identificando de esta manera a su propietario como uno más en el barrio, de su entorno cercano y parte constituyente de él. Se trata, por tanto, de un habitante más de la cuadra, distrito, etc.; le conferimos una familiaridad que en sus campañas comerciales también quieren transmitir las grandes superficies y cadenas de venta, conscientes de la importancia que para las personas tiene ese “aire” familiar connotado a la palabra: confianza, honestidad, proximidad…

Pero no sólo se transforma la cultura, sino que el espacio social se define en función de estos supermercados (frente a…, detrás de…, una cuadra después de…, etc.), urbanizaciones y ciudadelas se edifican entorno a un almacén, llevando a que incluso se pueda decir que la comercialización por medio de grandes superficies no sólo define lo que comemos, sino también define las construcciones territoriales de nuestras ciudades.

Esta invasión de las grandes cadenas de distribución (en sus múltiples formatos), se presenta como la implementación de un modelo de comercialización de productos, especialmente alimentos, que operan bajo las reglas del sistema capitalista neoliberal y globalizado, con características de oligopolio y monopolio, haciendo del derecho a la alimentación un lucrativo negocio.

La Gran Distribución en España y en el Mundo
Wal-Mart Stores se presenta como el caso emblemático a nivel mundial de las jugosas ganancias que, para las grandes empresas, deja la venta de alimentos y otros productos básicos al por menor. Otras también reseñables son: JP Morgan Chase, Berkshire Hathaway, Kraft Foods, PepsiCo, Coca-Cola y Tyson Foods.

En Guatemala, la multinacional Wal-Mart ya cuenta con marcas registradas en el país, como es el caso de Despensa Familiar, lo que nos lleva a pensar que se profundizará de forma acelerada en la república un modelo nocivo tanto para la cadena de producción y distribución, como para la de comercialización de alimentos.

Por lo que respecta a España, actualmente la delantera la llevan los 6 grandes operadores de la distribución alimentaria: Mercadona, Grupo Carrefour, Discount Día (que se separó recientemente del Grupo Carrefour), Grupo Eroski, Grupo Auchan y por último Lidl. En conjunto captan al 49% del mercado, aumentando así, pese a la crisis económica coyuntural y por ende de consumo, en un punto porcentual los resultados del año 2011. Sobresale Mercadona, que acapara el 19,8% del sector de la gran distribución de alimentación y droguería -en lo que a la facturación se refiere-, incrementando en 1,2 puntos su cuota de mercado durante el último año, lo que marca un récord al ser el más alto crecimiento que se ha dado hasta el momento en el sector.

Otro caso paradigmático de la distribución de alimentos lo constituye el gigante francés Carrefour, que está presente en más de 30 países y se sitúa como el segundo grupo empresarial de mayor importancia en el sector a nivel mundial y como el número uno en Europa.

Todo ello, evidentemente, deja en entredicho la Seguridad y Soberanía Alimentaria de los pueblos guatemalteco, español y, por extensión, mundiales.

El Hambre y el Modelo Capitalista Agroindustrial: Las Dos Caras de una Misma Moneda
Como se ha expuesto, la comercialización de alimentos mediante el modelo capitalista de grandes superficies y grandes cadenas de venta es un negocio rentable a escala global, que encuentra soporte fundamental en la aplicación indiscriminada de las políticas neoliberales a la agricultura y la alimentación. Esta lógica capitalista agroindustrial ha tenido relación directa con la llamada crisis alimentaria evidenciada entre el 2006 y el 2008, y de la que hasta ahora el mundo no se ha recuperado. Principalmente ha sido el modelo agroalimentario intensivo, enmarcado dentro de un modelo económico capitalista, el responsable del hambre en el mundo.

Vivimos en un mundo de abundancia. Hoy se produce comida para 12.000 millones de personas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuando en el planeta habitan 7.000. Comida hay, entonces, ¿por qué una de cada siete personas en el mundo pasa hambre?

La emergencia alimentaria que afecta a más de 10 millones de personas en el Cuerno de África ha vuelto a poner de actualidad la fatalidad de una catástrofe que no tiene nada de natural. Sequías, inundaciones, conflictos bélicos, etc. contribuyen a agudizar una situación de extrema vulnerabilidad alimentaria, pero no son los únicos factores que la explican.

La situación de hambruna en el Cuerno de África no es novedad. Somalia vive una situación de inseguridad alimentaria desde hace 20 años. Y, periódicamente, los medios de comunicación remueven nuestros confortables sofás y nos recuerdan el impacto dramático del hambre en el mundo. En 1984, casi un millón de personas muertas en Etiopía; en 1992, 300.000 somalíes fallecieron a causa del hambre; en 2005, casi cinco millones de personas al borde de la muerte en Malaui, por solo citar algunos casos.

El hambre no es una fatalidad inevitable que afecta a determinados países. Las causas del hambre son políticas. ¿Quiénes controlan los recursos naturales (tierra, agua, semillas) que permiten la producción de comida? ¿A quiénes benefician las políticas agrícolas y alimentarias? Hoy, los alimentos se han convertido en una mercancía y su función principal, alimentarnos, ha quedado en un segundo plano.

Se señala a la sequía, con la consiguiente pérdida de cosechas y ganado, como uno de los principales desencadenantes de la hambruna en el Cuerno de África, pero ¿cómo se explica que países como Estados Unidos o Australia, que sufren periódicamente sequías severas, no padezcan hambrunas extremas? Evidentemente, los fenómenos meteorológicos pueden agravar los problemas alimentarios, pero no bastan para explicar las causas del hambre. En lo que respecta a la producción de alimentos, el control de los recursos naturales es clave para entender quién y para qué se produce.

En muchos países del Cuerno de África, el acceso a la tierra es un bien escaso. La compra masiva de suelo fértil por parte de inversores extranjeros (agroindustria, Gobiernos, fondos especulativos, etc.) ha provocado la expulsión de miles de campesinos de sus tierras, disminuyendo la capacidad de estos países para autoabastecerse. Así, mientras el Programa Mundial de Alimentos intenta dar de comer a millones de refugiados en Sudán, se da la paradoja de que Gobiernos extranjeros (Kuwait, Emiratos Árabes Unidos o Corea, por mencionar sólo algunos) les compran tierras para producir y exportar alimentos para sus poblaciones.

Asimismo, hay que recordar que Somalia, a pesar de las sequías recurrentes, fue un país autosuficiente en la producción de alimentos hasta finales de los años setenta. Su Soberanía Alimentaria fue arrebatada en décadas posteriores. A partir de los años ochenta, las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) para que el país pagara su deuda con el Club de París - institución que está integrada por 19 países desarrollados constituidos como acreedores, entre los que se cuentan España y EEUU-, forzaron la aplicación de un conjunto de medidas de ajuste. En lo que se refiere a la agricultura, estas implicaron una política de liberalización comercial y apertura de sus mercados, permitiendo la entrada masiva de productos subvencionados, como el arroz y el trigo, de multinacionales agroindustriales norteamericanas y europeas, quienes empezaron a vender sus productos por debajo de su precio de coste y haciendo la competencia desleal a los productores autóctonos. Las devaluaciones periódicas de la moneda somalí generaron también el alza del precio de los insumos y el fomento de una política de monocultivos para la exportación forzó, paulatinamente, al abandono del campo. Historias parecidas se dieron no solo en países de África, sino también en América Latina y Asia.

La subida del precio de cereales básicos es otro de los elementos señalados como detonante de las hambrunas en el Cuerno de África. En Somalia, el precio del maíz y el sorgo rojo aumentó un 106% y un 180% respectivamente en tan solo un año. En Etiopía, el coste del trigo subió un 85% con relación al año anterior. Y en Kenia, el maíz alcanzó un valor 55% superior al de 2010. Un alza que ha convertido a estos alimentos en inaccesibles. Pero, ¿cuáles son las razones de la escalada de los precios? Varios indicios apuntan a la especulación financiera con las materias primas alimentarias como una de las causas principales.

El precio de los alimentos se determina en las Bolsas de valores, la más importante de las cuales, a nivel mundial, es la de Chicago, mientras que en Europa los alimentos se comercializan en las Bolsas de futuros de Londres, París, Ámsterdam y Fráncfort. Pero, hoy día, la mayor parte de la compra y venta de estas mercancías no corresponde a intercambios comerciales reales. Se calcula que, en palabras de Mike Masters, del Hedge Fund Masters Capital Management, un 75% de la inversión financiera en el sector agrícola es de carácter especulativo. Se compran y venden materias primas con el objetivo de especular y hacer negocio, repercutiendo finalmente en un aumento del precio de la comida en el consumidor final. Los mismos bancos, fondos de alto riesgo, compañías de seguros, que causaron la crisis de las hipotecas subprime, son quienes hoy especulan con la comida, aprovechándose de unos mercados globales profundamente desregularizados y altamente rentables.

La crisis alimentaria a escala global y la hambruna en el Cuerno de África en particular son resultado de la globalización alimentaria al servicio de los intereses privados. La cadena de producción, distribución y consumo de alimentos está en manos de unas pocas multinacionales que anteponen sus intereses particulares a las necesidades colectivas y que a lo largo de las últimas décadas han erosionado, con el apoyo de las instituciones financieras internacionales, la capacidad de los Estados del Sur para decidir sobre sus políticas agrícolas y alimentarias.

Volviendo al principio, ¿por qué hay hambre en un mundo de abundancia? La producción de alimentos se ha multiplicado por tres desde los años sesenta, mientras que la población mundial tan solo se ha duplicado desde entonces. No nos enfrentamos a un problema de producción de comida, sino a un problema de acceso. Como señalaba el relator de la ONU para el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, en una entrevista al diario español EL PAÍS: "El hambre es un problema político. Es una cuestión de justicia social y políticas de redistribución".

Si queremos acabar con el hambre en el mundo es urgente apostar por otras políticas agrícolas y alimentarias que coloquen en su centro a las personas, a sus necesidades, a aquellos que trabajan la tierra y al ecosistema. Apostar por lo que el movimiento internacional de La Vía Campesina llama la "Soberanía Alimentaria", y recuperar la capacidad de decidir sobre aquello que comemos.

En síntesis, se puede observar que la garantía del Derecho a la Alimentación va de la mano de la capacidad para adquirir los alimentos, subrayando que cuanto mayor sea el número de intermediarios y mayor sea el monopolio de acopio y distribución, los productos tendrán mayores costos y los intermediarios tendrán mayores rentas de la venta de los mismos.


Autor:
Sebastián Paneque Navarro. Promotor de la Asociación PANKARA EcoGlobal.
Fuentes:
Ordóñez, F. (2010). Hambre y grandes cadenas de distribución. El modelo neoliberal de comercialización alimentaria. Diario Digital Rebelión.
Daniel (2012). Sector de las Grandes Cadenas de Distribución Alimentaria [Versión electrónica]. 22 de agosto de 2012, 20minutos.es.
Vivas, Esther (2011). Los porqués del hambre [Archivo de la edición impresa]. 30 de julio de 2011, Tribuna: La Cuarta Página, EL PAÍS. [Esher Vivas es miembro del Centro de Estudios sobre Moivimientos Sociales de la Universidad Pompeu Fabra -España- y autora del libro: “Del campo al plato. Los círculos de producción y distribución de alimentos”]

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